TECHOS

Largos brazos de espantapájaros de hierro recibiendo datos que captan de un espacio invisible por muy pocos conocido. Enormes espejos rebotando los rayos del sol, intentando devolverle a éste algo de su propia energía, calmando la tristeza de las nubes, acariciando entre desniveles las pesadas gotas de su llanto, reflejando los eternos arco iris, para demostrarles así la belleza de la que son dueños.

Enormes cilindros con nombre de algún arma de guerra cuidan celosos la fuente de vida de la naturaleza entera, bellas sirenas robóticas de oxidada chatarra reciclada nadan en su interior, a la par de cardúmenes enteros de pequeñísimos peces grisáceos formados con el humo de alguna chimenea destemplada.

“Espacio perdido” es como algunos le suelen llamar, y es ahí como cual ágil animal me gusta estar, trepando mis propios muros para luego la vista panorámica más hermosa apreciar, no por sentirme más alto que los demás, sino simplemente por más cerca del cielo estar.