lunes, 20 de diciembre de 2010

Incertidumbre

Siempre me comía las uñas. Las uñas del pié. Nos aferramos a una rutina; empezaba por las uñas, seguía con los dedos, las piernas, hasta que me metía completamente en su estómago. Cosquillas, ácidos corrosivos y la luz blanca. Un día de estos quisiera cambiar esa luz, ya deja de ser hermosa y brillante a ser simplemente  blanca. Me sorprendería si alguien pudiera encontrar el foquito y cambiarlo por otro, aunque las posibilidades no son muchas; si fuera rojo uno creería que se está yendo al infierno(o entrando a  un telo), si fuera azul, que murió ahogado...etc. Como sea, todas las mañanas me levantaba con los ojos entumecidos de blancura, me cepillaba los dientes con su cepillo (porque al mío ya se lo había comido) y me iba al trabajo. Cómo no iba a tener cara de cansado…Era todas las noches lo mismo, placer, ardor, luz blanca, purgatorio, cielo. Saludaba parientes, pedía autógrafos y justo cuando empezaba a sentirme a gusto escuchaba el traqueteo del ventilador de techo y las pelotitas de la sábana, estaba jodido, ya había vuelto. Habría que probar algo diferente pensé. Siempre que volvía las uñas seguían sanas, como si nada hubiera pasado. Ésa es la mía -me dije- y de un solo cuchillazo me las corté al ras. Esa noche no vino. Ni la que siguió. Ni la que le siguió a la que le había seguido. Pucha…Tanto me quejé y ahora estoy ansioso porque vuelva. ¿Habrá pasado algo nuevo allá arriba? ¿Habrán cambiado el foquito? ¿Habrá alguna novedad, algún pariente nuevo? Voy a esperar. Quizás ya no le gusto más, quizás se enamoró de otros pies, quizás vuelva, quizás no, pero si de algo estoy seguro es de que la incertidumbre crece, casi tan rápido como las uñas.