domingo, 7 de noviembre de 2010

Desearía

Que las palabras se tiñan de colores fluorescentes al mezclarse con la densidad del aire, para así poder ser vistas en los momentos de mayor oscuridad.


Que las razas y las especies se revelen ante el autoritarismo acartonado de las leyes naturales, mezclándose entre sí como símbolo de reacción revolucionaria ante las convencionales denominaciones semióticas.

Que en un ataque de libertad y experimentación, un halo de rayos divinos extingan todo tipo de reglas y manuales de uso.

Que los desechos biológicos de los seres vivos fueran estéticos, agradables y aceptados culturalmente como obras de arte individuales para así reformular la producción y reproducción de insultos vulgares desafiando la creatividad expresiva de cada insultante.

Que nuestros órganos tengan la capacidad de hablar y nuestras bocas sepan el momento justo en el cual hacer silencio.

Que las teclas de las computadoras estén en otro lugar, que haya menos pantallas y más conectividad.

Que las personas nos alimentáramos de la energía solar, habría menos hambre y más buena voluntad.

Que dormir no sea una obligación sino una elección.

Que los techos sean las paredes para que las ventanas cambiadas de lugar apunten un poco más al cielo y a la tierra y menos a la sociedad.

Que haya menos enchufes y más árboles para escalar.

Que los mosquitos sean los especialistas en medicina instrumental, y que las erupciones den diagnósticos del estado de salud en general.

Poder estar, ayer hoy y mañana aquí y allá, para evitar de la historia la obvia linealidad. Y si nos encontramos en algún momento no sea por pura casualidad sino por nuestra propia voluntad.