viernes, 21 de agosto de 2009

AQUEL BAR

Aquel bar no se encontraba en una esquina, ni tenía cartel luminoso alguno.
Parado en la vereda pude percibir aquella mezcla de olor a comida casera y café que hacía tiempo no sentía. Los recuerdos de mi infancia y los mediodías familiares se apoderaron de mi cuerpo, quien buscando volver a casa se abalanzó sobre las puertas del local.
El sonido que produjo la campana ubicada en la puerta advirtió a los pocos comensales, quienes sumergidos en el más sereno silencio me dieron la bienvenida inclinando levemente sus cabezas.
Una pequeña mesa ubicada junto a una antigua ventana me invitaba desde un rincón. Aquel conjunto de vidrios y madera que interrumpía la suave armonía de las paredes del lugar me permitió observar la “realidad” en la que me había visto inmerso hasta hacía un minuto; autos descompuestos, conductores irritados y personas que daban grandes y apresurados pasos tal como si estuviesen a punto de despegar y volar por los aires a toda velocidad, dominaban la escena.
Un dulce y joven perfume me desvió de mi concentrada reflexión; al girar mi cabeza, mis ojos descubrieron al ser más radiante, pacífico y alegre que jamás hayan visto. Su mirada tranquila hacía juego con las suaves líneas que dibujaban sus labios, y el color de su piel contrastaba a la perfección con la amplitud y amabilidad de su sonrisa. Un sonido salió de sus labios, sin embargo mi admiración no me permitió escucharlo, aún así inconscientemente mi boca pronunció la palabra “café”.
Mientras la hermosa joven se alejaba, una humilde y cristalina mirada me inquietaba de gran manera. Cerca de mi mesa una sonrisa se abrió paso en el arrugado rostro de un anciano, tal como si pudiese escuchar los fuertes y acelerados latidos que daba mi corazón.
Aquel bar era mágico, ya sea por la combinación exacta de olores, la disposición perfecta de sus mesas o la concurrencia ideal de sabias personas que valoraban la paz del silencio, ya sea por el aislamiento que tenía de su acelerado entorno de ciudad capital, los cálidos rayos de luz que recorrían el lugar, o su ubicación en la cuadra; aquel bar era mágico, simplemente, porque en él estabas tú.

8 comentarios:

Marlboro dijo...

muy bueno todos los cuentos..la verdad no los habia leido hasta hoy. Me encantaron. un abrazo y que sigan

Grego Chammas dijo...

Excelentes cuentos, todos!!la verdad me encantaron.
Espero que sigas a full un abrazo!

E-mail: dijo...

muchas gracias amigos!! me alegro que les guste lo que hago..

Anónimo dijo...

Buen bar!!!


Carlos El Anonimo.

Melu dijo...

"...Aquel conjunto de vidrios y madera que interrumpía la suave armonía de las paredes del lugar me permitió observar la “realidad” en la que me había visto inmerso hasta hacía un minuto; autos descompuestos, conductores irritados y personas que daban grandes y apresurados pasos tal como si estuviesen a punto de despegar y volar por los aires a toda velocidad..." QUE GANAS DE ENCONTAR ESE BAR! QUE LINDO UN LUGARCITO DONDE ESCAPARSE, DONDE REFUGIARSE, DONDE ENAMORARSE... lindo :) VAMO´ EL PARQUE!!!! AHORA SI CREO QUE COMENTÉ EL CUENTO CORRECTO ...

E-mail: dijo...

jaja sisisisis es éste.. bueno ehh como te dije antes,ja ese lugar si existe! o por lo menos así lo veo yo.. cuando quieras nos tomamos un colectivo (gran dato) y nos vamos a tomar una coca antigua en botella de vidrio...

Anónimo dijo...

a quien no le paso alguna vez!....
muy buenos estos cuentos,segui asi!!!

E-mail: dijo...

enamorarse en una barra o en un bar? puffffff contadas mis veces nomás ya hacen como 1000 jaja gracias por tu comentario