Me prohibió dar su nombre, ubicación y detalles físicos, sin embargo no se negó a que nombrara la especie a la que pertenece ni que publicara su hazaña. No se cómo, cuándo ni dónde, una hormiga me contó esta pequeña gran historia que me dispongo a compartirles. Empezó describiendo un lugar mágico, un mundo paralelo en el que la flora y la fauna completa convivía a excepción claro, del hombre. Se trataba de un ecosistema de fantasía en el que no se discriminaba entre reyes, flores autóctonas o animales extintos, todos eran iguales, todos se regían por las armoniosas leyes de reprocidad, paz y convivencia. Un día llegó a aquel lugar el hermoso arco iris, invadido por un sentimiento de frustración, tristeza y malestar que no tardó en contagiar al resto de la comunidad. Contó que en sus últimas apariciones en el mundo de los humanos había visto al horror en su máxima expresión; muerte, odio y desolación en todas partes. Él como representante de lo divino, la luz en medio de las tormentas, la paleta de Dios, los colores del mundo; consideraba que su tarea de transmitir esperanza, brillo y felicidad ya no era factible. No podía competir con la guerra, no aplacaba el hambre, ni tenía nada que hacer respecto al egoísmo; en fin, había perdido la capacidad de aliviar a los humanos. Sorprendida por la inconsolable situación del arco iris, nuestra amiga se retiró al bosque a pensar; primero intentaría convencerlo de que vuelva, y luego en caso de negativa, ella misma inventaría un nuevo arco iris, pues era imposible ocultar al mundo humano semejante belleza, privar a los músicos de la inspiración y esconder los colores a los pintores. Ante la poca capacidad de convencimiento que caracterizaba a las hormigas, decidió fabricar ella misma un dispositivo que lo reemplazara. Durante meses juntó, cargó y trasladó piezas, mezclo tintes y probó aparatos, hasta que por fin lo logró; su invento poseía la mitad de su tamaño y constaba de dos piezas que se ubicaban a cierta distancia y al ser activadas automáticamente por la humedad y los rayos solares creaban la ilusión del arco iris. Cruzó el umbral de la fantasía y distribuyó sigilosamente en el mundo de los humanos su invención. Al volver a sus tierras fue descubierta por toda la comunidad, quien considero su acción como traicionera y poco digna, por lo que ella y toda su especie fue castigada, siendo condenadas a vivir bajo tierra, obviamente en el mundo de los humanos y vivir privadas de la virtud de la inteligencia. Sin embargo ella fue la única que la conservó, quizás porque les ahorró el poner oro en los extremos del verdadero arco iris (el cual nunca más volvió a tierra humana), quizás porque sus compatriotas se dieron cuenta de lo necesario que era ese fenómeno para los humanos o quizás simplemente porque pensaron que nunca nadie escucharía ni le creería a una pequeña hormiga.
